De un minuto a otro, se hizo de noche. Las estrellas alumbraron el
cielo, la brisa se hacía cada vez mas fuerte.
Decidió, por un rato, amarrar su bote a la orilla de una de las
primeras islas que llego a visitar. Esta, en vez de arboles, tenía palmeras. La
arena era blanca como la nieve, hasta se veía como si brillara de noche. Las
olas eran semi-transparentes,
Al tratar de dormir, ya como a la media noche, un susurro se escuchaba
en la brisa. algo dulce, suave, tenue. La voz de un hombre, no era. La voz de
una mujer, probablemente. Parecía como si cantara algo. Su voz, por mas bajita
que se escuchara, lo arrullaba.
Despierta Tobías. Por
favor, despierta.
-¿Que quieres? ¿Que no ves que trato de dormir? Si de por si es tan
difícil para mi.- Un momento después, Tobías cayó en cuenta de que se
encontraba hablando solo. -¿Que demonios?- exclamó.
Una luz se veía reflejada en una de las ventanas del barco. Tobías
decidió que debería de ir a ver que pasaba. Salió, y la brisa se sentía aún mas
fuerte.
Hola.
-¿Quien eres? Tonterías, de seguro el sueño ya me esta afectando.
Debería de ir a dormir. -
No te vayas. Ven.
-¿Quien eres?
La brisa. Me llamo Cleo.
-¿La brisa? Que demon.. ¿Como que la brisa? Eso no se puede.
Todo se puede, si crees en
el.
-¿Y que necesitas de mi?- Tobías empezó a sentir curiosidad por esta
llamada brisa.
Se de tu pasado. Se de
donde vienes, y a donde vas. Quiero ayudarte.
-¿Por que? Nadie nunca ha querido estar conmigo, ni siquiera ser mi
amigo. - Bajó la mirada. - ¿Por que he de creerte?
Conocí a tu abuela, Sofía.
Y a tu abuelo, Sergio. Solían ser amigos míos. Antes de aquel incidente. El
caso es que, supe en donde estaba Loana, y vi como fue creciendo con el paso
del tiempo. Supe lo que paso, y supe que estabas solo. Se que estar solo no es
fácil, te entiendo. El nadar por los mares, tierras lejanas, mundos
desconocidos, sin nadie a mi lado es un algo triste. Me enteré de que harías
este viaje, este largo viaje, y pensé que.. tu sabes.. querrías algo de
compañía.
Tobías se quedó pensante por un momento.
-Si tu sabes todo eso, por que es que yo no se nada de ti?
Eso será después. En fin,
que dices? Puedo acompañarte?
- ¿Por que no? Digo, no pierdo nada.
Se escucho una risilla quisquillosa en el aire.
Gracias Tobías.
- ¿Puedo volver a dormir? Se puede decir que ya casi va a amanecer y
no he dormido tanto que digamos esta noche. En un rato te veo aquí afuera, te
parece?
Buenas noches.
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