La plática siguió y siguió. Pocas horas bastaron para llegar a
conocerse bastante bien. Ya hasta había una que otra risa.
- Es increíble, de verdad no puedo creer que hayas podido vivir todo
eso y sigues en tu recorrido alrededor del planeta.
Así es.
-Pero.. ¿en busca de qué?
No lo sé, aventura.
Misterio, un hogar. Amor.. - Soltó una tenue risilla. - Lo que me depare el destino, eso busco.
-Tienes una bonita risa. Me encantaría conocer tu sonrisa algún día,
sabes? - Dijo Tobías algo apenado.
-Ah mira, llegamos a nuestra nueva parada. Bajaremos aquí, y nos
quedaremos nuestro primer mes aquí. Los climas son muy fríos y realmente no me
gustaría arriesgarme ni a mi barco ni a mí. Después, iremos con un familiar
mío. Es hermano de mi padre, el nos dará asilo por un rato. Así podríamos ir a
ver la ciudad o cosas así.
Me parece perfecto.
Bajó Tobías del barco, pero llegando a tierra se detuvo.
- Espera. ¿Como voy a saber en donde estas?
Siempre estoy aquí, aún y
cuando tu no me veas. En la brisa, en los árboles, en el movimiento de las
hojas. Ahí estoy. No te preocupes.
Tobías siguió su camino. El paisaje era maravilloso. Los árboles eran
casi tan altos como él. Las hojas, de todas las tonalidades que pudieras
encontrar.
En la mochila que llevaba, pudo sacar unas cuantas cobijas que traía
para consigo, y una pequeña almohada de tela hecha por su madre cuando estaba
pequeño. Un pequeño tesoro de la infancia.
Es tan bonito. -Susurraba
Cleo.
- Sí que lo es.
Después de tanto caminar, se pararon un rato. Tobías se recostó unas
cuantas horas en un lugar que había encontrado cerca de la entrada principal de
la primera ciudad a la que se dirigirían.
El viento se empezó a sentir cada vez más fuerte. Las hojas salían
volando por doquier.
Sabes Tobías, me encanta
esta época del año.
-¿Por qué?
La fuerza del viento me
hace flotar en el aire. A veces, cuando me siento sola, es divertido volar y
ver a todos y los siento en cierta manera inferiores a mi. En cierta manera es
algo triste pero en fin. Un espíritu no tiene mucho que hacer en su tiempo
libre.
Tobías rió.
-Oye, ¿tú no me dijiste que podías hacer a tu sombra mediante las
hojas? ¿Que así, iba a poder verte?
Algo así.
-¿Y? ¿Por que no lo haces?-
Las hojas de otoño volaron por doquier. Los ruidos del bosque
rechinaban en el piso y en el aire. Una silueta se empezó a formar enfrente de
Tobías.
Era alta, un poco menos que él. Sus piernas eran flaquitas y largas.
Sus pies estaban descalzos, ni siquiera tocaban el suelo. Sus manos eran finas,
casi transparentes. Sus dedos eran largos, y muy delgados. Su rostro estaba muy
distorsionado. Algo borroso. Casi solamente se podía ver su boca y sus ojos. Su
boca era chiquita, su sonrisa era divina. Sus ojos eran de todo color.
Cambiaban dependiendo el color de las hojas que usara. Ese día, los tenía
verdes.
-Wow. - Miró Tobías sorprendido.
Hola. Me llamo Cleo y estoy
hecha de hojas viejas y pétalos de rosa. - Dijo en un tono sarcástico,
el cual a ella no le causaba la menor risa.
- Eres hermosa. - Dijo Tobías, sonriendo.
Algo apenada, sonrió.
Seguimos entonces?
- Ahm, si.. Lo
siento, sigamos el viaje.
Tobías no podía dejar de mirarla. Le parecía sorprendente la forma en
la cual el simple hecho de poder estar viendo a la brisa misma era sumamente imposible.
Hay algunas reglas que
tenemos que seguir para que esto funcione. -Dijo Cleo, con una mirada seria.
- ¿...Esto es?
Ya sabes, el hecho de que
puedas verme. Bueno, regla número uno. No puedo sentir nada. Tocar nada, ni una
caricia, nada. El tacto desharía el balance que hay en mi silueta, y la echaría
a perder. Segundo. Nadie puede saber de mi. Nadie. Ni que yo puedo hablar, y
menos contigo. Tercero..
-¿Sí?
Tienes que prometerme que
no habrá sentimientos aquí. Una sana amistad, nada mas y nada menos. No me
conoces, y la verdad, yo no te conozco. No quiero herirte.
-¿Por que serías capaz de herirme?
No me puedo dar el lujo de
andar enamorada. Es algo muy estúpido y realmente no quiero estar involucrada
en eso. No me gusta estar involucrada en ese tipo de situaciones. Como si no
hubiera sufrido lo suficiente. Tienes que prometerme eso, y si no.. no dejaré
que me veas, jamás. Seré solamente la voz de tu sueño, la canción de cuna a
media noche. Un recuerdo, y ya. - Pausó, y miro hacía el
horizonte. - Son mis reglas de juego.
- El lujo de estar enamorada. Vaya forma de ver las cosas, Cleo. En
fin, esta bien, tu ganas.
Gracias.. Enserio.
Tobías sonrió.
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