Tenía 20 años cuando finalmente ocurrió. Era el primer día de enero,
uno de los días mas fríos que la gente de el pueblo hubiera imaginado. Tobías,
después de meses y meses de haberlo planeado, iba a emprender finalmente su
primer viaje al rededor del mundo. Después de estudiar, estudiar y estudiar todas
las rutas que se había memorizado atreves de los años, creyó que ya era tiempo
de emprender finalmente el viaje mas esperado de su corta vida. Conocer
aquellos inmensos océanos, las monumentales esculturas de hielo en los
glaciares, esos rincones escondidos en la soledad del planeta. Finalmente,
había llegado el día.
Uno de sus principales objetivos, además de finalmente hacer su primer
viaje por mar, era de una forma u otra, acabar su recorrido en Argentina.
Ah, la bella Argentina. sus
inmensas llanuras, el área montañosa, y sobre todo la mar. Los colores, la
brisa, hasta incluso el acento. Todo eso le fascinaba a nuestro pequeño
soñador. Pero lo que mas quería ver, fuera de los lugares, la gente, la música,
etc, lo que Tobías mas deseaba conocer eran a las iguanas Overa, las cuales
eran encontradas en Buenos Aires en aquel tiempo.
¿Porque? Que tendrían de importante? Son solo simples animales.
Cuando era pequeño, ya tiempo atrás, su madre le regalo un libro que
lo marcó por siempre. Las iguanas de
Argentina, Trataba de una chica, Argentina, la cual perdía a sus iguanas
Sofía y Alejandra, y hacía una travesía por todo Argentina para encontrarlas.
A la edad de tan solo 9 años, la madre de Tobías, Loana, le dijo un día a
Tobías:
Te prometo que un día te llevaré
a conocer a las iguanas de ese cuento. Te lo prometo.
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