En fin, en donde me quede?
Ah si. El primer domingo de enero.
La gran aventura de Tobías.
Era triste para Tobías el darse cuenta de que no tenia a nadie. Ni un
amigo, ni un hermano. Nada. El sabía que no era normal, no era como todos los
demás querían que fuera. El destino tenía algo diferente planeado para el.
Tobías se encontraba alistado, bien bañado. Tenía puestos unos
pantalones azules y una camiseta amarilla. Su maleta estaba lista. Sus mapas,
libros, recortes de los lugares los cuales visitaría, etc.; todo estaba listo.
Bajo a la sala, y vio a su madre que estaba sentada en una silla, alado de la
mesita de la cocina. Gris, sin vida, mirando al suelo.
Mamá, ya me voy, se me esta
haciendo tarde.
Al ver que su madre claramente no le respondería, le dejo una nota
para cuando al menos si alguien iba a visitarla sabría en donde estaba su hijo.
Por un año, o tal vez mas, no la vería, y el no quería que ella se preocupara
por eso. Le dio un beso en la frente, la vio un momento, y se fue.
En el puerto de Santa Isabel, una gran sorpresa le aguardaba a Tobías.
El legado de su abuela
Sofía. Un hermoso velero, en el cual ella y su esposo siempre navegaban.
Ah, que en paz descansen. En una de las memorias de Tobías, el recordó que su
mamá le contó sobre la historia de como su abuela y su abuelo se conocieron.
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