Tan pequeña. Tan frágil. Tan fuerte.
La muñequita de seda esta sentada en la esquina del cuarto.
Olvidada, sus ojitos de color mostrando ternura y tristeza.
Tenía un vestidito rojo, tejido a mano.
Se ve polvo a sus alrededores. Se ve que ha pasado mucho tiempo desde que la muñequita de seda se movió por última vez.
Siempre con una sonrisa en la cara, se encuentra observando como las cosas a su alrededor van cambiando.
Los otros juguetes, los muebles, personas, lugares.
Ella sigue en el mismo lugar.
Siempre paciente, siempre con una sonrisa en la cara.
Que esta esperando? Digo, en cualquier momento pudo haberse ido, y ya.
No. Ella esta esperando otra cosa.
Sus ojitos, de un color entre aqua y miel, muestran unas pizcas de fe alrededor de su pupila.
Pasaron dias, semanas, años, meses. Y nadie llegaba.
Una lágrima broto de sus ojos, rozando su mejilla.
Se recosto en el suelo, tan cálido, y al vez tan frío, aquel en donde la habían olvidado.
Fue perdiendo el color de su piel. Sus zapatitos, sus piernas, su vestidito. Se recosto sobre su brazo, y las lágrimas seguían brotando de sus ojos.
En su manita, sostenía un corazón de madera, cubierto en una telita de seda. Este, parecía un relojito de cu-cu, de esos que tenían las abuelitas, y que nos los enseñaban para que el sonido nos arrullara para dormir.
Lo abrío, le dio un beso, y lo puso frente a ella. Las lágrimas seguían cayendo en sus mejillas.
Era tiempo. La poca fe que le quedaba se desvaneció en aquel pedazito de tela. Sus ojitos, lentamente, se cerraron.
Y aún asi, su sonrisa seguía reflejada en su rostro.
Y así fue, la historia de la muñequita de seda. Que a pesar de ser tan frágil, dió hasta el último granito de fe, con la esperanza de que el milagro esperado pasaría. Sin embargo, a veces la vida por mas cruel que parezca, en uno que otro momento, nos quita nuestros granitos de fe. Y, lo único que queda por dar, es aquella última sonrisa del último granito de arena. Nada mas, nada menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario