Muy a menudo, particularmente en los fines de semana, me duermo a tardías horas de la noche, no se porque. Los sueños se me van, el insomnio llega para quedarse. Son las 3 y media de la madrugada, y yo me encuentro recostada en mi cama. Mi ventana estaba abierta, se oía el respirar de la ciudad, se oía el sonido de los coches pasar. Ese conjunto de sonidos, que normalmente nadie les toma importancia, no se porque, me arrullan. Simplemente me calman. Me quedé dormida, y tuve un sueño muy peculiar.
Recuerdos, como siempre. ¿Que raro, no? Como los recuerdos nada mas los puedes revivir mediante los sueños. Y si estos no llegan, se esfuman y se vuelven polvo.
Mi sueño se basa tiempo atrás, cuando se acostumbraba ser mas unido con los familiares, llevarse bien con todos. Salir todos los fines de semana, conocer lugares nuevos, en fin. Era una memoria de la infancia, cuando yo tenía apenas cinco años. Me había doblado el brazo un fin de semana antes, haciendo travesura y media en la escuela. Mi padre, para tratar de hacerme sentir mejor, me llevo al zoológico.
Fuimos mi padre, mi hermano, y yo. Me gustaba esa edad, lo único que me preocupaba era el dormir, comer, jugar a las muñecas. Nada más. Ahora, te preocupas por los problemas de los mayores, por tus propios problemas. Por quien confias, con quien sales, a quien le cuentas tus cosas, en quien confiar.
Empezamos a recorrer el lugar. Todo era mas grande de lo que recordaba, los juegos infantiles eran inmensos, casi parecían castillos. Los animales merodeaban sin ningun lado y curiosamente, eramos los únicos humanos ahí. Recuerdo que me subí a un columpio azul, y sentía como si hubiera subido a la luna y de regreso.
Caminabamos por el lugar y los animales se nos acercaban. Al principio, se los quedaban viendo con miradas aterradoras, mas no le tomabamos importancia. Hacíamos como si nada pasara.
Agarramos un jeep y nos fuimos a aventurar por el habitat de los animales. Hubo zebras, girafas, leónes, tigres, de todo. Después de rato, nos bajamos del jeep y empezamos a caminar hasta llegar a un pequeño rio que estaba cerca de ahí. Mi padre y mi hermano se alejaron un poco, yo me quede sentada abajo de un árbol, sintiendo la brisa en mis brazos y en mis piernas, y el movimiento del césped al hacerme cosquillas. Me paré, y me alejé un poco mas de mi padre. El nunca me había dejado acercarme al agua, siempre decía que cuando tratara de nadar en ese tipo de aguas no sería buena idea. Que simplemente me hundiría o algo por el estilo. No hice caso, y me estaba acercando cada vez mas. Casi en la orilla del rio, vi algo brotando del agua, escondiendose de las ramas, que se movía lentamente. Sus escamas eran una combinación extraña de verdes, unos oscuros, otros fosforescentes. Sus ojos eran negros. No tenía alma, solo era un cuerpo sin espíritu vagueando por ahí. Me le quede viendo, y fijó su mirada en mi. Se fue acercando. Me trataba de hacer para atrás, pero no podía evitar verlo. Digo, tenía cinco años, la curiosidad lleva la mayoría de las veces al no pensar, y a la locura. Me caí, y el solo se quedo enfrente de mí, mirandome fijamente. Me acerqué a el, no me importo. Caí en la inocencia y sin darme cuenta sentí dolor en mi brazo. Suspiré. Era el momento de despertar.
Amiga me gustan tus cuentos son muy buenos, y sin embargo ay veces en que siento que los haces por hacerlos. Puedes llegar a ser una gran escritora! tienes madera de escritora y poeta tambien. Ese es mi unico consejo nunca hagas un cuento por que "tienes que" siempre sientelo, nunca intentes parecer a ningun escritor se TU y sigue asi, solo mejor cada vez ;)
ResponderEliminarpor cierto hablo de los cuentos en general, este es muy bueno
ResponderEliminarI love, I'm your number one fan Ernesto
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