Que rápido pasa el tiempo verdad?
Siglos sin verte. ¿Como estas?
Te he extrañado, meeeeeh no tanto.. no te emociones. Que ha sido de ti?
Han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos.
Sabes, ya podía dormir en la noche sin pensarte. Se podía decir que seguí con mi vida. Pude levantarme y curar mis heridas, a pesar de que tu habías venido a derrumbarme.
Ayer, mientras estaba en mi cama a oscuras, me di cuenta que algo raro estaba pasando.
Te sentí, sabía que habías regresado.
Y sí, llegaste otra vez. No creo que sea buena idea, la última vez todo salió mal. Ha, que raro.
Sí, llegó el amor a mi puerta. Otra vez.
Tengo un mal presentimiento.
Saben que es lo peor de cuando alguien se enamora de quien no es correspondido? Ilusionarse. Puede si, que haya risas, amistad tal vez. Pero cuando uno llega a ilusionarse, la mente juega con uno mismo y esto puede afectar negamente a las personas y en esto me incluyo yo. Digo, no estoy en contra del amor ni nada. Digo, veo a mis padres y digo wow, yo quiero tener algo así algun día. Más ahorita ese es un tema que me desespera DEMASIADO. Es tan.. complicado. Y.. duele tanto.
A ver que nos depara el destino, verdad? A ver si esta sombra del amor no nos cubre con su encanto de fantasía completamente, y nos haga ver cosas que creemos que son reales, pero no lo son. Ilusión, que con el tiempo, se desvanece.
3.23.2011
3.16.2011
Now on tumblr.
Hola!(:
Bueno queria avisarles que como ha sido para mi un hit tumblr, decidi que crearia uno para el blog(:
Esta padre la idea no?
Lo acabo de crear, pero para que se metan y lo sigan ahi y posteen y todo! (:
Haha los quiero, sonrian! No les cuesta nada (:
http://brendasonrisas.tumblr.com/
http://brendasonrisas.tumblr.com/
3.07.2011
Pronto.
Siempre pregunto.. donde, como.. puedo encontrarte, amor..
Tal vez mañana por mi vengas, y pueda verte, amor.
Pronto voy a ser feliz, por que tu vendrás a mí.
Ven a enseñarme.. puedes oirme.
Aquí estoy, ven por mi... amor.
-Thumbelina.
Tal vez mañana por mi vengas, y pueda verte, amor.
Pronto voy a ser feliz, por que tu vendrás a mí.
Ven a enseñarme.. puedes oirme.
Aquí estoy, ven por mi... amor.
-Thumbelina.
3.05.2011
Hoy me mordio un cocodrilo.
Muy a menudo, particularmente en los fines de semana, me duermo a tardías horas de la noche, no se porque. Los sueños se me van, el insomnio llega para quedarse. Son las 3 y media de la madrugada, y yo me encuentro recostada en mi cama. Mi ventana estaba abierta, se oía el respirar de la ciudad, se oía el sonido de los coches pasar. Ese conjunto de sonidos, que normalmente nadie les toma importancia, no se porque, me arrullan. Simplemente me calman. Me quedé dormida, y tuve un sueño muy peculiar.
Recuerdos, como siempre. ¿Que raro, no? Como los recuerdos nada mas los puedes revivir mediante los sueños. Y si estos no llegan, se esfuman y se vuelven polvo.
Mi sueño se basa tiempo atrás, cuando se acostumbraba ser mas unido con los familiares, llevarse bien con todos. Salir todos los fines de semana, conocer lugares nuevos, en fin. Era una memoria de la infancia, cuando yo tenía apenas cinco años. Me había doblado el brazo un fin de semana antes, haciendo travesura y media en la escuela. Mi padre, para tratar de hacerme sentir mejor, me llevo al zoológico.
Fuimos mi padre, mi hermano, y yo. Me gustaba esa edad, lo único que me preocupaba era el dormir, comer, jugar a las muñecas. Nada más. Ahora, te preocupas por los problemas de los mayores, por tus propios problemas. Por quien confias, con quien sales, a quien le cuentas tus cosas, en quien confiar.
Empezamos a recorrer el lugar. Todo era mas grande de lo que recordaba, los juegos infantiles eran inmensos, casi parecían castillos. Los animales merodeaban sin ningun lado y curiosamente, eramos los únicos humanos ahí. Recuerdo que me subí a un columpio azul, y sentía como si hubiera subido a la luna y de regreso.
Caminabamos por el lugar y los animales se nos acercaban. Al principio, se los quedaban viendo con miradas aterradoras, mas no le tomabamos importancia. Hacíamos como si nada pasara.
Agarramos un jeep y nos fuimos a aventurar por el habitat de los animales. Hubo zebras, girafas, leónes, tigres, de todo. Después de rato, nos bajamos del jeep y empezamos a caminar hasta llegar a un pequeño rio que estaba cerca de ahí. Mi padre y mi hermano se alejaron un poco, yo me quede sentada abajo de un árbol, sintiendo la brisa en mis brazos y en mis piernas, y el movimiento del césped al hacerme cosquillas. Me paré, y me alejé un poco mas de mi padre. El nunca me había dejado acercarme al agua, siempre decía que cuando tratara de nadar en ese tipo de aguas no sería buena idea. Que simplemente me hundiría o algo por el estilo. No hice caso, y me estaba acercando cada vez mas. Casi en la orilla del rio, vi algo brotando del agua, escondiendose de las ramas, que se movía lentamente. Sus escamas eran una combinación extraña de verdes, unos oscuros, otros fosforescentes. Sus ojos eran negros. No tenía alma, solo era un cuerpo sin espíritu vagueando por ahí. Me le quede viendo, y fijó su mirada en mi. Se fue acercando. Me trataba de hacer para atrás, pero no podía evitar verlo. Digo, tenía cinco años, la curiosidad lleva la mayoría de las veces al no pensar, y a la locura. Me caí, y el solo se quedo enfrente de mí, mirandome fijamente. Me acerqué a el, no me importo. Caí en la inocencia y sin darme cuenta sentí dolor en mi brazo. Suspiré. Era el momento de despertar.
3.01.2011
Version alargada de 'Mi cajita de crayolas' Criticas abiertas.
Siento la mano de mi madre rozando mi hombro. Eran un poco mas de medio día, y yo seguía en la cama. Ya iban dos semanas, tal vez tres. Encerrada en mi burbuja de cristal, alejada del mundo, de la luz, y de la vida. Llego un momento en el que no podía distinguir entre lo que era mi realidad y lo que era la fantasía. Ya era hora de salir. Ya era hora de dejar de esconderme.
Lo único que me queda es una mente sin recuerdos, un alma que solía ser mía, y se me arrebató de los brazos. Solamente me quedo con memorias que se vuelven polvo, momentos que veo pasar, y que al final de cuentas se van haciendo nada, y desaparecen.
Días de marzo, días de abril. Los recuerdo como si hubieran sido ayer. Recuerdos vagos, memorias vacías. El día que empezó a cambiar mi vida, un fin de semana cualquiera. Sábado en la noche, fiesta de bienvenida para el regreso a clase. Entre oscuridad, luces de colores, música y tumulto de gente, tu mirada y mi mirada se cruzaron. Bienvenido a mi vida, extraño.
Es curioso que, pasando un mes de haberte conocido, te buscaba mas y mas. Me gustaba tu forma de hablar, la forma en la que hablabas conmigo, la forma en la que me sentía atrapada en tus abrazos, agarrados de las manos. Llegó a ser una historia bonita, sí. De amor, no se sabe.
Hubo un día en peculiar que le dio un giro a mi vida. Y, quien lo diría, que paso en una simple papelería. Es el recuerdo mas claro que he tenido probablemente de toda mi vida. Comenzó el día con que mi hermano necesitaba unas cosas de la papelería. Aproveché la ida, ya que como en aquellos días se encendió mi gusto por el pintar, dibujar, en fin.. lo que fuese, quería comprar unos cuantos materiales para tener en mi casa, en caso de que me aburriera. Ya que la papelería quedaba muy cerca de mi casa, nos fuimos caminando a ella. Recuerdo que era una tarde muy cálida, el sol empezaba a esconderse. Llegamos a la papelería, y empezó mi búsqueda por lo que yo llamaba el mar de colores, y los otros simplemente, un simple pasillo en una papelería. Siempre desde chica, no se porque siempre he tenido el hábito de observar cada una de las marcas de todos los colores, los marcadores, gises y pinturas, e imaginar qué podría llegar a hacer con ellas. Crear, imaginar lo que nadie ha visto nunca. Mire cada una de las cajitas de crayolas, y vi una que me llamó la atención, no sé porqué. Era una simple cajita de 24 crayolas. Lo pensé un poco y lo decidí. Agarré la cajita, unas cuantas cartulinas, y las pagué.
Pasó mucho tiempo de aquí a que llegue realmente a utilizar aquellas crayolas. Muchas cosas, unas buenas debo admitir, unas.. no tanto. La vida de un adolescente llena de drama, llena de escuela, exámenes, cosas que la mayoría de las veces veía muy estúpidas, y me negaba a que me pasaran. La realidad era que aunque yo no quisiera aceptarlo, muchas de las cosas que me desagradaban pasarían. Ya ni siquiera tenía tiempo para mi. Solía, ya a altas horas de la noche, apagar las luces de mi cuarto, abrir mi ventana, recostarme en mi cama y ver las estrellas fosforescentes que mi madre había pegado en el techo, junto con el pasar de los autos por mi colonia. No se, eso siempre me ha calmado de una u otra manera.
Finalmente un día me digne a sacar las crayolas. Ya hacía falta. Mis padres estaban de viaje y mi hermano se había quedado a dormir con mi abuelita, yo decidí quedarme sola en mi casa, para despejarme de todos mis problemas. Saqué primeramente las cartulinas, eran 6. Las junte con cinta en mi pared, para que fuera una especie de mural. Acerqué mi mesa con mis materiales, y me quede unos minutos viendo las cartulinas y las crayolas, a ver que se me ocurría dibujar. Ah, mi amiga soledad, mi confidente, ya te extrañaba. Me traía tanta paz interior que ya hasta me había olvidado de ella. Tomé mi primera crayola. A empezar.
Empezé con mi color favorito, el azul. Siempre me gustado mucho, en especial el tono que le da al cielo. El color de la paciencia, tranquilidad, las cosas que mas extrañaba. Trazos grandes, pequeños, en diferentes tonos de azul. Acabe lo que podría decir el fondo. Saqué una crayola blanca y dibuje unas nubes. Eran inmensas. Una por aquí una por acá; nada más, nada menos. Al ver mi fondo terminado, juré que realmente sentí que el viento que corría por mi cuarto movía mis nubes. Ah, que tontería esas cosas no pasan. Hay, lo que me causas mi amiga soledad.
Para agregar un poco más de brillo, saqué mis crayolas amarillas. El amarillo me recuerda a quien llegué a conocer como mi mejor amigo. Ah, cómo lo extraño. El amarillo era su color favorito. Siempre me alegraba el día con sus abrazos, su risa me encantaba. Simplemente, era el sol de la prepa. El mejor dando consejos, la persona que siempre me apoyó hasta en los momentos más difíciles. El decía que tener algo con aquel chico que conocí en la fiesta de la prepa era mala idea. Que tenías problemas en tu casa, con tus calificaciones, incluso entre tu grupo de amigos. Llegamos a tener una discusión sobre ese tema. Llegué a decirle te odio. Creo que fue lo mas cruel que pude haberle dicho a mi mejor amigo. El simplemente, se fue. Oí que una semana después se cambió de prepa. Creo que realmente llegué a herirlo, y me arrepiento de una manera infinita. Como lo extraño. Sequé mis lagrimas y en su honor dibuje un sol enorme, junto con unas nubes. Ahora si, el lugar se veía iluminado.
Pasaba algo raro. Me sentía muy cansada, y eso que no había hecho mucho en ese día. Después me entró una tos horrible, y eso que no me había dado fiebre ni alguna enfermedad que tuviera que ver con tos, gripa, o ese tipo de cosas. No le tomé importancia, estoy segura que deseguro era la alergia. Me acosté un rato. Cabe recalcar que no fue una buena noche. Toda la noche sentí un dolor en el pecho, y empezé a sudar de una manera exagerada. Que raro.. en fin.
Al día siguiente, no fui a la escuela. Desperté con fiebre y con un dolor de cabeza como si el diablo le estuviera dando punzadas a mi cabeza. Era horrible, y mas por el hecho de que ni siquiera te molestaste en llamar o preguntar como estaba. En fin. Después de una que otra medicina, un poco de té y un baño caliente, pude finalmente estabilizarme. Ya que me había quedado sin nada que hacer mas instrucciones de no salir de mi cuarto, seguí con mi mural. Decidí que dibujaría un lugar perdido. Un lugar del que nadie sabía, solamente yo: mi mente, uno de los lugares prohibidos al cuál nadie jamás había entrado. Saqué mi color negro y empezé a dibujar rayas cortas y rayas alargadas, formando edificios. Grandes, chicos, flacos, anchos, hasta que se formaron varios en mi dibujo. Entre ellos, había pequeñas calles grises, escaleras, unas cuantas ventanas y sus bordes. Rincones y recuerdos que resguardaban en mi mente se veían como espíritus caminando en un cementerio solitario. Me dio un ligero escalofrío en la espalda. Me senté en el piso y me quedé observándole.
Mi dibujo tomó un aspecto un poco mas tétrico. Vamos a agregarle mas vida. Le pondré flores. Tomé mi color rosa y… Espera. ¡A MI NISIQUIERA ME GUSTA EL COLOR ROSA! Siempre he creído que es un color tan.. niña. Digo, sé que suena tonto, pero realmente jamás me ha gustado el color rosa. Mi madre dice que de niña siempre quería que mi ropa y mis zapatos fueran rosas, que ironía no? Extraño eso. Extraño que la única preocupación que se tenía cuando éramos niños era simplemente.. nada. Los brazos o los tobillos se rompían tan fácilmente como se rompen los corazones cuando tienes 15 o 16. ¿Por qué entonces le puse color rosa a mi dibujo? Ah, ahora lo recuerdo. Una semana después de que yo me enfermé, me llevaste rosas a mi casa. ¡Como olvidarlo! Que tonta. La primera vez que me regalaste flores, el día que me pediste que fuera tu novia. Ese, déjame decirte, fue un buen día.
A medida que voy esparciendo las flores, me viene otro recuerdo a la mente. Creo que no es buena idea que este venga a mí. Es un vago recuerdo, mas a veces en uno que otro sueño pero mas en mis pesadillas aparece. Fue un día nublado que me llevaste a la feria de la ciudad. Recuerdo que nos metimos a la casa de los espejos. Te perdiste, y yo estaba asustada por que estaba a media luz y podrías perderte entre los espejos y la gente que también estaba en ese juego. Empezó uno de mis ataques extraños otra vez. Empezé a mariarme mucho, mi migraña regresó, empezé a sudar. Corriendo, tratando de encontrar una salida no lograba encontrarte. Poco antes de llegar a la salida, vi tu silueta alta con una flor en la mano. Trate de alcanzarte, pero mi cuerpo ya no pudo mas. Di un suspiro y me desmayé. Hasta ahí es en donde recuerdo ese día. Al día siguiente desperté en mi cama, con una nota alado mio que decía te quiero, mejorate pronto. Esto me preocupa un poco, en fin. No creo que sea algo grave, lo dejare para después.
Algo interrumpió mi visita a mi cuarto de recuerdos. Tan rápido se paso el fin de semana, y mis padres regresaron de su viaje. No me había dado cuenta de que se había hecho de noche. Mas tarde, después de cenar y pasar tiempo con mi familia, de la nada se hizo de madrugada. Eran las 2am y yo me encontraba en mi cuarto, recostada en mi cama. Podrían decir que hasta estaba contando ovejas, tratando de que me diera sueño. Ah, maldito insomnio. De la nada, se fue la luz. Mi casa es muy amplia, y los cuartos son fúnebres y silenciosos. Me asusté un poco, no me gusta que los cuartos estén completamente oscuros. Me le quedé viendo al techo de mi cuarto, mientras veía a las sombras de mi mente despertar. Que curioso. A estas sombras las vi justamente un mes antes de que el destino se topará contigo y conmigo.
Todo se complicaba. Mi escuela, la relación con mis padres, mi relación contigo, todo estaba mal. Todo iba de mal en peor. Mis calificaciones no iban del todo bien, falté muchas veces en el mes, unas por enfermedad, otras por que simplemente me iba contigo de pinta, lo cual disgustaba en sobremanera a mis padres. Mi madre se preocupaba mucho por mi, decía que yo no podía exponerme asi, y mas con alguien que llevaba tan poco tiempo de conocer. No la escuché.
Pasaron dos meses, y las cosas seguían mal. Un día, desesperada, después de haber tratado de localizarte una y otra vez, finalmente me contesaste el celular, diciendome que te dejara en paz, que querías estar solo. Te oías ebrio, me imagino que tuviste una pelea con tus padres, o algo por el estilo. Estaba enojada, triste, desesperada. Seguí con mi mural, eso siempre me hacía calmarme. Agarré mi color café, y empezé a dibujar unos árboles grandes y gruesos y con ellos, unas bancas en las orillas de las calles. Formé unos árboles muy grandes, y con el color verde, se formaron unos árboles grandes y frondosos. Una banca en específico me llamo la atención. Me llegó el recuerdo de la primera vez que me besaste. Habíamos tenído una discusión por un rumor que hubo en la escuela, sobre que habías besado a otra chica a mis espaldas. Te perdoné eso, no creo en los rumores. Me abrazaste, y nos quedamos viendo a los árboles pasar. Vi tus ojos y se veían cansados. Te pregunté que te pasaba, tu solamente evadiste la pregunta con una mirada consternada, y me besaste en la frente. Este era tan solo un recuerdo que se borraría con el tiempo, o que tal vez, muy probablemente, me atormentaría en mis deseos mas profundos por siempre. Es increíble como este recuerdo me atormenta y aún mas en las noches, por el hecho de que aún siento la brisa de ese día, tu mano junto a la mía, me veo a mí entre tus brazos, desvaneciendonos entre la brisa. Era el comienzo del fin, ya lo veía venir.
Agarré el color piel, y empezé a dibujar un cuerpo. Era pequeño, debil, indefenso. Se veía tan fuerte, y tan frágil a la vez. Con el verde claro, dibujé dos ojos con unas pestañas largas y delicadas. Su ropa era de tono oscuro, una combinación de morado, y negro. Le hice un vestido hasta las rodillas oscuro con unas flores blancas, para darle aunque fuese un poco mas de luz. Un poco de tristeza en su vestir, y un poco de esperanza guardada en sus ojos. Traía unos tennis negros, lo que llego en cierto punto a quitarle el aspecto femenino al vestido, agregandole mas personalidad, la cual ya nisiquiera existía conmigo desde hace mucho tiempo.
La dibujé sentada en nuestra banca. Alado de ella dibuje otro cuerpo. Era mas alto, sus piernas eran mas largas y sus brazos también. Sus ojos combinaban con los de la muchacha. Su ropa era azul, un azul oscuro, un azul triste. Sus manos rozaban, no se sostenían. En la mano del muchacho queria dibujar un tulipan. Sí, un tulipan rojo. Mi flor favorita. Sí, como aquel tulipan rojo que me diste un día que fuimos al parque solos tu y yo.
A punto de dibujarla, paso algo extraño. Tomé mi crayola roja, y al momento que iba a dibujarla, me dio una tos horrible. Fui rapidamente por un pañuelo, y pasó algo aún mas extraño. Sangre. Empezé a toser pequeñas gotas de sangre. No me importó, y acerqué un poco mas al dibujo. Empezé a toser aún mas fuerte. Mi madre entró a la habitación muy preocupada. Trate de alejarme de ella, cubriendo el pañuelo, pero no pude. Vio el pañuelo y rapidamente me llevo al doctor. Tuberculosis. Me diagnosticaron tuberculosis. Me internaron dos semanas, no podía salir, no podía venirme a visitar nadie mas que mi madre. Estuve completamente sola.
Aquí es donde empieza mi historia. Fue un momento en donde mi fe quedo exparsida por todo el cuarto, no quedaba más. Me inyectaron muchos tipos de medicamentos, me dieron tratamientos horribles. Al final de mi estadía, dijeron que era muy probable que para unos cuantos meses, o tal vez un par de años, me pondría peor y probablemente, moriría. Y tu, ni si quiera te molestaste en llamar. Finalmente pude salir del hospital, ya con mi fiebre controlada, mi tos controlada. Llegue a mi burbuja, que tambíen podría definirla como mi cuarto. Me senté en el piso, pusé el dibujo en el piso, y agarré la crayola roja. Tenía que pasar lo que tuvo que pasar. Se rompió. Crack. Por qué, de todas mis crayolas, se tuvo que haber roto la roja? La sostuve un momento, la solté y se cayo al suelo. En ese momento vi como mi dibujo se fue haciendo gris,y el cuarto se empezó a volver funebre. Empezó a llover. Mis lagrimas estaban todas derramadas por la habitación. Me recosté en el piso helado, y me quedé dormida en mis lágrimas. Horas después llamaste a mi casa. Dijiste que queriás hablar, te dije que estaba bien, no te veía desde ya hace mucho tiempo. Fuimos al parqué, nos sentamos. Hoy nisiquiera me abrazaste. Te pregunté que te pasaba. Dijiste que ya no podías seguir con esto. Te enamoraste de otra persona, ya no querías tener nada que ver conmigo. No dije nada, simplemente me fui. Llore practicamente dos días seguidos, y sabía que no podía dejar que me afectarás tanto. Agarré mi bicicleta y salí al parque. No a nuestro parque, uno que estaba mas cerca de donde trabajaba mi mamá. Di mil y un vueltas, y después me senté a reposar en una banca. A lo lejos, vi a un muchacho enojado, gritandole a su bicicleta. Me acerqué y me quedé sorprendida al ver de quien era aquella silueta. Era mi mejor amigo, mi crayola amarilla. Lágrimas brotaron de mis ojos, y corrí a abrazarlo. Nos sentamos a hablar, ya hacía tiempo que no lo veía. Le conté todo lo que me había pasado, lo de mi enfermedad, mi dibujo, todo.
- Te tengo que enseñar algo. Lo llevó a todos lados, esperando el día que pudieras encontrarme otra vez.
- Ah si? Que es?
Saco de su mochila una cajita forrada de plastico negro. La abrío y venían 7 crayolas relucientes. Agarró la que era color rojo y la rompió en dos.
- Ten.
- Pero, esta rota.
-Si, lo se. De ti depende si quieres encontrar tu otra mitad. Yo siempre te he ofrecido la mia. Siempre te amé, y te recuerdo aún. Me hubiera gustado que te hubieras dado cuenta de eso antes.
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